María y Michel nos transmitieron desde el primer momento que los conocimos una energía muy especial. La alegría y el bienestar de sus invitados eran las premisas que querían reflejar el día de su boda.
Sin nervios aparentes, amanecían un soleado 22 de Septiembre en la iglesia de San Félix de Lugones, la parroquia que les vio crecer sería testigo de la boda. Las ganas de pasárselo bien y la predisposición de sus amigos y familiares consiguieron que el castillo de origen medieval del Palacio de San Cucao se convirtiera en una autentica fiesta donde la pólvora fue sin duda una gran protagonista.